AKL

La llegada al aeropuerto de Auckland estuvo a tiempo. El proceso de migración fue sencillo.

Me atendió una oficial con rasgos étnicos Mãori.

-¿Cuánto tiempo estarás aquí?
-Una semana.
-¿Sabes dónde te quedarás?
-Base Backpapers.
-¿Me enseñas tus boletos?
-Te enseño lo que quieras mamacita.
-¿Cómo dices?
-Los traigo en una bolsa. Deja sacarla.
-¿Cómo?



Después de ahí, tomo mi maleta y otro oficial se me acerca. Esta vez era un hombre grande, de esos que usó Peter Jackson en el ejército malvado en el Señor de los Anillos.

-¿Puede mostrarme su pasaporte y formato de aduanas por favor?


Había como 30 personas y me preguntó a mi. Oficialmente me veía como sospechoso de terrorismo.

¿Cuál es el propósito de su visita a Nueva Zelanda?
Buscarme una mujer con buenas caderas para procrear y que esté interesada en obtener la nacionalidad mexicana para después emigrar a mi país, donde la vida es mejor que aquí, obviamente.

(En realidad no respondí eso, de haberlo hecho me habrían hecho un análisis de metanfetaminas)

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